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"En la interior bodega de mi amado bebí" (Cicle inmaterial, Barcelona, 2006)

El trabajo anterior

Entendí esta acción como la tercera de un bloque en el que se abordaba la misma temática.
La primera, “Perderse para encontrarse” trataba el tema del viaje arquetípico. El viaje que se refleja en los cuentos, en las historias de los héroes, en los mandamientos religiosos. En los estilos de vida de las órdenes místicas. El viaje que te aleja de la mecanicidad rutinaria, el viaje necesario para ponerte a prueba y contrastarte experiencialmente con el mundo. El viaje que en el que se encuentra un tesoro. El tesoro del cambio interior.
La segunda, “Casi desnudo como los hijos del mar” abordaba la vida como viaje. Hablaba del venir de no sabemos dónde y partir, con la muerte, hacia el mismo lugar del que vinimos. Del recuerdo de las personas con las que nos encontramos, del recuerdo de los que ya partieron, del que quedará de mi cuando me vaya al lugar de donde vine.

“En la interior ...”

Me propuse trabajar aquí la dimensión de viaje interior como metáfora de muerte y renacimiento en esplendor.
Esta acción conformó una unidad con las otras dos. Tres es numero común para hablar de la unidad. Se usa en la santísima trinidad para hablar de dios y en la visión psicoanalítica freudiana para entender al hombre como un todo: yo, ello y superyo. En el análisis transaccional, padre, adulto y niño  y en el triangulo semántico de Ogden-Richards para hablar del signo y el signo lingüístico (significante, significado, referente).
Tres es un número conclusivo y completo. A la tercera va la vencida, no hay dos sin tres, donde caben dos caben tres, ...

Aproveché el nombre y el uso anterior de bodega de la galeria “La interior bodega”. Tomé prestado el verso del Cántico espiritual de San Juan de la Cruz al que hace referencia el nombre del local “En la interior interior bodega de mi amado bebí”, para vivir una experiencia de transformación interior.

Dos anécdotas, un mismo proceso:

En nuestra cultura y en la cultural global que vivimos, fuera de la psicología, no hemos desarrollado tecnología cultural social para la transformación interna del individuo. El sufrimiento y el dolor individual que todos los humanos tenemos por el solo hecho de vivir se niegan socialmente dejando como dolor legitimo únicamente las situaciones personales graves de enfermedad mortal, perdida de familiares cercanos u otras tragedias culturalmente tipificadas. El rechazo y no reconocimiento del dolor personal de los individuos en cambio sí ha producido toda una tecnología cultural evitativa en forma de reglas de comportamiento en la expresión del dolor y las emociones, generalmente de ocultación, y de normativa sobre lo que un individuo “debe” ser y como “debe” ser.
En el proceso de liberación, ya sea de una dependencia o de una vivencia mística de trascendencia y unión se hace imprescindible el reconocimiento de las tecnologías culturales a que antes me refería y de las normas de lo que se “debe ser” como paso necesario para romperlas, transgredirlas y trascender.
Este es el proceso que creo que ocurre en la caída en picado de un alcohólico y en la “noche oscura del alma” de un místico.
Un mismo proceso con resultado de liberación si se tiene éxito en él. Esto es lo que conté en “En la interior bodega de mi amado bebí” con la inestimable  ayuda de Xavier Torns poniendo música en directo.

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Gritos, llanto, acordes, sonidos de agua, de máquinas, de sufrimiento, de sudor de cansancio, de liberación, clusters tímbricos, monódia, electrónica, voz tratada, una viola de gamba, ..., ingredientes sonoros todos ellos que forman parte de este camino hacia La interior bodega, que acompañan y refuerzan la emoción de esta acción de Paco Nogales, querido amigo, en la que me pidio participar y que con mi actuación, más de músico que de performer, gustosamente acompañaré en su caminar.






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