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Gènesi (Gresolart, La Bisbal d'Empordà 2005)


La especie humana para sobrevivir ha construido cultura. Cultura en el más amplio sentido de la palabra. Costumbres, creencias, normas, prejuicios, prohibiciones, ... ...
Todo un saber transmitido generacionalmente imprescindible para la supervivencia de la comunidad.
En estos paquetes de saber transmisible que construyen y ordenan los grupos humanos a menudo el individuo no es lo importante, sino la imagen de individuo que el paquete define. Esta imagen la mamamos, la comemos, la recibimos tactilmente en nuestros cuerpos.
En algún momento la especie humana incorporó al saber que estamos de paso en este mundo y que nos espera en el otro, en el verdadero, una auténtica vida.
Comimos la manzana del árbol de la ciencia del bien y del mal y perdimos la inocencia necesaria para vivir en el paraíso. Somos por tanto viajeros de paso en un territorio que no conocemos ni conoceremos porque no es el nuestro. El nuestro, el auténtico, nos espera sólo después de la muerte.

La cultura nos envuelve y nos aísla, filtra y modula nuestra percepción, nos define y construye como individuos y nos libera de la animalidad transformándonos en los seres de la creación que la domestican y la doblegan.
La cruz amarga de la cara del éxito de sobrevivir es habernos hecho extraños en nuestra propia casa.




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